domingo, 1 de mayo de 2011

El JULI CORTA TRES OREJAS EN SEVILLA

La rotundidad de El JuliJUAN CARLOS GIL
Cuando un torero está en estado de gracia nada se le resiste, todo le sale bien, le funciona la cabeza y sus decisiones están revestidas del mejor acierto. Así está Julián López, paseando su sabiduría, dando muestras continuas de su seguridad, de su colosal sapiencia, de su fuente inagotable de imaginación y de ingente su improvisación.
La faena al primero de su lote contó con una rotundidad encomiable desde principio a fin. Hondura, profundidad, trazo largo, temple y empaque de torero enrazado se convirtieron en las fragancias primaverales que impregnaron sus series con la diestra en las que fue fundamental la colocación y dejarle siempre la muleta muy bien colocado para coser la embestida a la tela roja. El cuatreño, que tenía tendencia a marcharse debido a su punto de mansedumbre, se sintió sometido y no le quedó otra opción que entregarse al mando absoluto y dictatorial de su matador.
Lo mejor estaba por llegar. Por el pitón izquierdo el toro de Garcigrande se venció peligrosamente. Dos coladas escalofriantes que no mudaron la cara de color al torero madrileño. Con mimo y compás le fue buscando las vueltas, desengañándolo con paciencia y cuando nadie daba nada por ese lado, brotaron por arte de birlibirloque tres naturales hechizantes, templadamente embrujados, exquisitamente primorosos. Ahí ganó las dos orejas de ley. Magnífico detalle de Julián. Se atrevió Cayetano a hacer un quite al toro del catedrático de la Fiesta… Pobre parvulario. Y cuando finalizó sus lances a pies juntos, encajó los riñones, bamboleó el capote y se lo presento con dulzura. Fue capaz de seducir la acometividad del bicho en la tela rosa y embriagarlo de lentitud delicada. Ahí es nada.
Al quinto lo hundió por su inteligencia. Le dio distancia, midió la embestida, aguantó los derrotes, evitó los enganchones… y finalmente los cambios de manos por la espalda hicieron rugir a los tendidos.